Espacios (in situ) que marcan una vida

A veces es bueno hacer un ejercicio mental retrospectivo, echar la vista atrás, y buscar respuestas al camino que has elegido en la vida. Muchas veces me interrogo a mí misma sobre cómo llegué a encontrarme con la arquitectura y el patrimonio industrial en mi trayectoria vital. Algunos espacios me marcaron desde pequeña, incluso antes de saber a qué podría llegar a dedicarme. Otros los conocí teniendo ya un bagaje tanto formativo como profesional. Sin importar su entidad o relevancia, si tuviera que elegir algunos hasta el momento presente (de los muchos que aún me queda conocer), serían los siguientes:

Castro de Santa Tegra, Pontevedra

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Yo tenía tres años y no sabía ni lo que era arquitectura, ni explicar lo que era un espacio con la claridad meridiana de un adulto, pero recuerdo que me fascinaba la acotación de aquellos espacios con los simples restos murarios, y que empezaba a desarrollar un gusto por los mecanismos que llevaban a distribuir el espacio de una forma determinada. Después supe que eso era arquitectura.

Las calles del Natahoyo

Calle Coroña en el barrio del Natahoyo. Vía www.recuerdogijon.blogspot.com

Calle Coroña en el barrio del Natahoyo. Vía http://www.recuerdogijon.blogspot.com

El barrio de mi niñez en Gijón, cuyas casas obreras fueron fagocitadas por el crecimiento de la ciudad y la especulación inmobiliaria y de las que aún quedan pequeños testimonios a modo de supervivientes. Aún disfruto cuando mi abuela superpone su memoria al trazado urbanístico actual y me explica «por esta calle había una bajada de aguas, en aquel parque una fábrica de loza, donde está el Centro de Salud había una casa con posada y molino y en la huerta tenían cultivos…»

Las calles de Cudillero

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Cudillero es muy conocido por su encanto y pintoresquismo, pero yo tengo un recuerdo muy temprano de recorridos laberínticos por sus calles, perdiéndose y volviéndose a encontrar, jugando al escondite, comprando en la pescadería, de bocadillos de calamares a la tarde y noches de verbena estivales cogida de la mano de mis abuelos. Más tarde encontraría muchos «cudilleros» en otras partes del mundo, pero ninguno como el mío.

La Laboral de Gijón

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Del asombro infantil de la gran mole a las afueras de Gijón al grato disfrute de paseos y reuniones entre sus muros. La Laboral de Gijón siempre me ha parecido una suerte de muñeca rusa, en la que dentro de un gran espacio se van descubriendo muchos otros de diversas escalas y configuraciones, como si se dilatase y contrajese hasta el infinito.

Entorno de la Catedral de Santiago

La sombra del peregrino en la plaza de la Quintana en Santiago d

La concatenación de espacios públicos que circundan la Catedral de Santiago es uno de los espacios urbanos cuyo recorrido he disfrutado más, en esa sucesión de pórticos, calles angostas, plazas de definición cartesiana o irregulares en  repentinos recoletos. Siempre me ha llamado la atención el contraste de la inmutabilidad de la piedra de fondo sobre la que se recorta el animado ambiente de universitarios y peregrinos, que en la soledad de la noche exhala como un aura mística centenaria.

Panteón de Roma

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La primera vez que entré en el Panteón en un viaje con unos compañeros de carrera, acabábamos de sucumbir a un hábil golpe de efecto del profesor que nos acompañaba. Nos apresuraba a caminar a toda velocidad por las calles de Roma, ya que supuestamente llegábamos tarde a una reunión. En realidad, lo que pretendía era llevarnos sin que nos diésemos cuenta ante el Panteón mismo. Sin superar la emoción inicial, nos adentramos en su interior, casi sin creernos que estábamos dentro de aquel edificio cuya sección habíamos estudiado hasta el infinito en los libros. Creo que nunca he experimentado una emoción igual con otra arquitectura.

Termas de Vals en Suiza

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El maestro Zumthor nunca da puntada sin hilo y en este edificio contemporáneo se experimenta la sabiduría puesta en el manejo de su luz, la combinación de los espacios, el trabajo de la piedra, los recursos de la construcción contemporánea. Cualquier arquitecto que se precie no debe amilanarse ante la interminable carretera de montaña que sube hasta la localidad de Vals, se trata de una experiencia totalmente sensorial, un espacio del que aprender a hacer arquitectura.

Cúpula de Santa Maria dei Fiori de Florencia

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Antes de entrar en una cúpula solía admirar la rotundidad del volumen exterior, su condición de hito paisajístico. Pero en su interior encontré un espacio mucho más interesante, casi escheriano en esa torsión del espacio que acompaña al cascarón que da forma al duomo. Lo asombroso de la cúpula de Santa Maria dei Fiori es que la propia construcción es visible en los muros de esta subida vertiginosa a través de pasillos tenebrosos, casi oníricos.

Azoteas de los tintoreros en Fez

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Fez es un espectáculo increíble de vida y color que encuentra su razón de ser en los espacios de trabajo de los curtidores. Alejados del gentío y el barullo exterior, las azoteas en las que tratan la piel y dan color al cuero se convierten en un paisaje asombroso, donde las balsas de tintes se antojan reflejos multicolores, como si fuese una pompa de jabón, un organismo pluricelular.

Via Capo delle Volte en Ferrara

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Durante el tiempo que viví en Ferrara, una de las experiencias más gratificantes fue el disfrute de su espacio urbano. Se trata de una ciudad en la que su urbanismo nos retrotrae a centurias pasadas y en la que bicicletas y peatones campan a sus anchas, casi tanto como la niebla que anega la ciudad en la época invernal.

Kuntshaus Tacheles en Berlín

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La visita nocturna de la casa Tacheles con unos compañeros, también arquitectos, fue una de las experiencias más enriquecedoras que he vivido. Aunque la fórmula se repite en muchos espacios conocidos hoy en día, en aquella época no se contaba con herramientas de difusión tan útiles como las redes sociales. En la casa Tacheles comprendí que de un espacio abandonado se podía crear un proyecto muy interesante y enriquecedor, en el que las sinergias se dan confluencia de forma espontánea y natural.

Alien café en Gruyères

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El café Alien en el pequeño pueblo de Gruyères es uno de los espacios más extraños en los que he estado. Rindiendo tributo al creador de Alien, cuyo museo se encuentra en una construcción contigua, el espacio gótico abovedado se transforma y redecora con motivos extraídos de la estética del célebre extraterrestre creando un curioso ambiente fascinante y de terror.

M’Hamid en Marruecos

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De M’Hamid y la experiencia allí vivida he hablado en diversas entradas del diario. En este lugar se da la perfecta confluencia entre patrimonio, paisaje y paisanaje en la construcción de sus arquitecturas y espacios públicos y privados mediante la propia tierra del lugar, creando una simbiosis extraordinaria entre el lugar y la población, como expresión perfecta del genius loci.

Matadero en Madrid

Matadero_1Los lectores habituales del diario sabrán que la arquitectura industrial es una de mis debilidades confesas. De todos aquellos espacios en los que he estado, me es muy difícil elegir uno, desde las ruinas a las naves de configuración basilical, desde las grandes transformaciones paisajísticas del territorio a las más modestas arquitecturas auxiliares. Pero uno de los espacios que más admiro por su magistral proyecto de recuperación a través de las heterogéneas intervenciones de diversos autores, siempre manteniendo el espíritu originario del establecimiento industrial, es el Matadero de Madrid. A través de sus numerosas naves, la vida inunda un espacio que estaba abocado a la obsolescencia, en el que la actividad industrial cede el testigo a la producción creativa.

 

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